Es 8 de marzo y todas nos levantamos a trabajar en nuestras actividades diarias: enseñar, cuidar, curar, manejar, cocinar, contar dinero, levantar un hogar, instalar un aparato, mimar a las mascotas, entre un sinfín de tareas que nos dan sentido. Y a diferencia de siglos anteriores y décadas no tan lejanas, estas mujeres no están atadas al sistema patriarcal tradicional, sino que enseñan porque son docentes, cuidan porque son enfermeras o niñeras, curan porque son médicas, veterinarias o investigadoras, manejan porque hoy pueden ser taxistas, camioneros y hasta pilotos de avión; cocinan no solo porque su familia lo necesita, sino porque también son emprendedoras y tienen sus propias casas gourmet, cuentan dinero no por avaricia o control del marido, sino que atienden cajeros y estudian carreras de economía y dirigen diversas entidades, levantan un hogar porque hoy se puede ser albañil o ingeniera en construcción sin ser “masculina”, mimar a todos, porque con cada empeño que la mujer pone en sus actividades, le impone su marca emocional.
Es un día de saludos forzados de quienes aún nos consideran el “Sexo Débil”, las “manipulables”, las “calladas”, las “Sumisas”, las “inútiles” pero necesarias… son las 24 horas más analizables de las sociedades en las que nos encontramos insertos, para saber qué lugar ocupamos y que respeto nos ofrecen. Es el jornal en que evaluamos la actitud de nuestro jefe en torno al cómo nos ve como parte del sistema, de cómo nuestra pareja, amigos y familias nos posiciona en sus vidas y de cómo nosotras mismas nos reconocemos como personas capaces de alcanzar sueños, proyectos y objetivos sin atarlos meramente al género.
Este 8 de marzo no es un día para pasar por alto, para mencionar relajadamente ni romper puertas, escribir edificios ni generar violencia, como suelen manifestarse otros tipos de grupos que dicen llamarse feministas. Es un tiempo para reflexionar, para hacer memoria de las mujeres que en 1908 murieron en la huelga de trabajadores textiles pidiendo mejorar las penosas condiciones en las que realizaban sus labores, exigiendo una reducción de la jornada, mejores salarios y derechos de voto.
Es la fecha que nos marca que la lucha con convicciones jamás es en vano, que no hay nada en nuestra naturaleza que nos impida aprender, desarrollarnos y desempeñarnos de manera eficiente en cualquier actividad; que los únicos limites que nos frenan son nuestros propios miedos, nuestros valores mal enseñados y la mano machista que siempre está sumergiéndonos por temor al fracaso…
Que ser mujer no es un castigo ni un karma, sino que es simplemente un motivo para vivir luchando y soñando en un mundo mejor, donde nuestro papel siempre será fundamental para formar nuevas generaciones más sensibles, humanas, respetuosas a la vida, al prójimo y la naturaleza…
Hoy es un día para… celebrar que siempre podemos salir adelante y que con el amor que nos caracteriza, lograremos formar sociedades más libres y humanizadas.
Sonia Maidana