De distintas líneas y con los rostros sonrientes en las lunetas traseras del viceintendente de Paraná, Gastón Grand, y del exsecretario municipal de Medio Ambiente y precandidato a intendente ahora, Leonardo “Nano Centurión, colectivos rojos y verdes permanecían anoche estacionados en distintos puntos del centro de Paraná, especialmente en las inmediaciones de la Plaza Alberdi.
Mientras, la voz del gobernador Sergio Urribarri se escuchaba pastosa por LT14 enumerando logros, hablando de obras, despidiéndose pero no tanto y diciendo a la Legislatura que “de ahora en más” la provincia se merece buenos gobernantes, capaces, etcétera, colectivos de la línea 3, 8, 22, 11/21, 10, Etacer, entre otros, estaban parados, a la espera de que los pasajeros volvieran de Casa de Gobierno, con banderas, bombos y el ánimo militante en alto.
Pero el acto tenía todavía para rato.
Entretanto, en el centro de la ciudad no se observaba ni un colectivo prestando el servicio de transporte urbano. Ni uno.
Si cuando no hay actos, en un día normal, un domingo cualquiera resulta imposible tomar un colectivo en tiempo razonable (entre 15 y 20 minutos de espera en feriados y fines de semana, según la ordenanza), anoche seguramente fue doblemente improbable llegar a subir al colectivo sin soportar un gran plantón.
El servicio de todos los días y del transportes de las barras para el acto en Casa de Gobierno en buena parte está en manos de Ersa-Urbano, empresa correntina que llegó a Paraná en 2010 para quedarse la firma local La Victoria (coches rojos) y luego, paulatinamente, en silencio, también avanzar en la propiedad de Mariano Moreno (verdes).
Dos empresas, que serían una, que deberían ser severamente controladas por la Municipalidad de Paraná, por la gestión de Blanca Osuna, funcionaria que también tendría aspiraciones de volver a competir en las elecciones que vienen y, seguramente, de hacer actos.
En fin, anoche el centro estaba cargado de colectivos (pero no levantando pasajeros de las paradas), de policías y patrulleros, de bombas de estruendo y de ruidosas sirenas que provenían de los vehículos de los bomberos voluntarios que desde frente a la Catedral pugnaban, sin suerte, por llegar a la explanada de Casa de Gobierno. Querían reclamar por su situación, pretendían ser oídos por el gobernador, sus funcionarios y legisladores.
Entre Ríos Ahora.
